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Es más abundante que la lluvia que solicitaba el genoma humano a algunos de los dioses de su único dios. Donde el corazón fue balón del juego practicado por más de dos mil quinientos años, sangrando de manos, pene y brazos, el libro de los muertos se escribió en vasijas de barro. Bajo los primeros tejados de piedra, la pintura al fresco se ve sólo con estrabismo y en la clave cósmica del encuentro de tres ventanas que indican la exactitud de los equinoccios. Las mutaciones exitosas permitieron el polimorfismo para que queden sólo las flores y los cantos en libertad, donde el orden de los elementos es el mensaje. Veintitrés es uno de los números perfectos de las constelaciones que se dibujan en el espejo de jade. |
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